jueves, 3 de noviembre de 2011

ACTIVIDAD 1

PROCESO DE LA ESCRITURA




Lectura y escritura se suelen presentar a menudo como las dos 
caras de una misma moneda, puesto que una y otra constituyen 
procesos inversos de utilización de un mismo código: al leer, se 
decodifica un mensaje que procede de la lengua hablada y al 
escribir se codifica un mensaje desde esa misma lengua.
De hecho, la lectura sólo puede realizarse sobre algo que haya sido 
previamente escrito, así como, se escribe, en la mayoría de los 
casos, pensando en que alguien va a leer lo expuesto.
Estos argumentos prueban, sin duda, la existencia de una relación 
funcional entre la lectura y la escritura. Es corriente, además, en los 
niveles iniciales de la escolarización realizar un planteamiento 
conjunto de ambas habilidades. Incluso en niveles escolares 
superiores se asume la interconexión de ambos planteamientos: 
utilizándose actividades de lectura para mejorar la escritura de los 
alumnos y a la inversa.
A pesar de esta innegable relación de funcionalidad, no podemos 
ignorar el hecho flagrante de que existen buenos lectores que 
difícilmente se despojan de sus problemas ortográficos, así como 
buenos escritores cuya lectura presenta importantes alteraciones. 
Lo que nos impide establecer una relación entre lectura y escritura a 
nivel de procesos psicológicos implicados.
Una prueba contundente a favor de la independencia entre lectura y 
escritura es que se encuentran con frecuencia pacientes que tras 
sufrir una lesión cerebral pierden selectivamente la capacidad de 
leer y, sin embargo, conservan perfectamente la escritura, en tanto 
que otros pueden leer pero son incapaces de escribir.
La escritura es, pues, una actividad que exige un estudio LOS PROCESOS DE ESCRITURA
independiente del de la lectura, ya que tiene características y 
requerimientos propios, aun cuando comparta con ésta algunos 
elementos.
En una primera aproximación, es posible distinguir al menos tres 
dimensiones básicas de la escritura: la grafomotricidad, de la cual 
no vamos a ocuparnos pues ha dejado de considerarse un trastorno 
de escritura, para pasar a incluirse entre los trastornos de la 
“coordinación motriz”; la ortografía y la composición.
1.ESCRITURA DE PALABRAS Y APRENDIZAJE 
ORTOGRÁFICO
1.1. Características de la ortografía del español
La Real Academia de la Lengua define la ortografía como aquella 
parte de la Gramática que enseña a escribir correctamente “por el 
acertado empleo de las letras y de los signos auxiliares de la 
escritura”, añadiendo que la ortografía española se fundamenta en 
tres principios:
1.   La pronunciación de las letras, sílabas y palabras.
2. La etimología u origen de las voces.
3. El uso de los que mejor han escrito.
La existencia de estos principios como fuentes de la ortografía del 
español implica normas y convenciones ortográficas cuyo 
aprendizaje requiere procesos y habilidades muy diferentes entre sí.
El primer principio implica que un gran número de palabras de 
nuestro idioma podrán ser escritas correctamente por medio de la 
aplicación de las denominadas reglas de conversión fonemagrafema (RCFG), entendiéndose en sentido restringido,  aquellas 
reglas en las que el fonema sólo se puede representar gráficamente 
por una letra.
De este hecho se deriva que en castellano existe una gran cantidad 
de palabras que podrían escribirse de manera diferente, sin que se 
alterase su sonido: caballo, cabayo, cavallo, etc. En estos casos no 
tiene sentido la aplicación de las RCFG, pues su ortografía es 
arbitraria, de modo que su aprendizaje se realiza poniendo en LOS PROCESOS DE ESCRITURA
marcha procesos de identificación y retención de las formas. Algo 
similar ocurre con la letra “h”, que al ser sólo una letra y no la 
representación gráfica de ningún fonema, implica de nuevo un 
esfuerzo de memoria visual.
A caballo entre las dos tipologías de palabras descritas, podríamos 
añadir que existe en castellano un tercer tipo de palabras que 
tampoco admiten una ortografía fonética, es decir, que no podrían 
escribirse correctamente por la aplicación de las RCFG, pues 
incluyen alguna letra que es la representación gráfica de algún 
fonema de los que admite más de una representación posible: el 
fonema /k/ se puede representar por la letra (k, c, q), pero que a 
diferencia de las palabras arbitrarias pueden escribirse 
adecuadamente por la aplicación de una regla general categórica: 
“los pretéritos imperfectos de los verbos de la primera conjugación 
se escriben con (b)”.
Esta variedad de situaciones ha dado lugar a diversos tipos de 
ortografía en castellano:
a)     Ortografía fonética: implica la utilización de las denominadas 
reglas de conversión fonema-grafema. Englobaría a todas aquellas 
palabras transparentes, palabras que pueden codificarse por medio 
de la transformación inequívoca de los fonemas que la constituyen 
en letras.
b)     Ortografía arbitraria: precisa de procesos de memoria 
visomotriz. Se hace imprescindible para la escritura de palabras que 
no son transparentes y para las que no contamos con ninguna regla 
categórica que nos pueda sacar de dudas.
c)      Ortografía reglada: precisa del conocimiento específico de las 
distintas reglas tradicionales ortográficas y de la capacidad de 
transferencia para su aplicación a términos desconocidos.
1.2. Las dos vías de escritura de las palabras
La existencia de esta variedad de “ortografías” en la lengua 
española implica que su usuario necesita contar con dos estrategias 
diferentes de escritura, con dos rutas o vías de procesamiento 
complementarias: la vía directa u ortográfica, mediante la cual se 
escribirían las palabras a partir de representaciones globales de las 
mismas almacenadas en nuestra memoria y que resulta LOS PROCESOS DE ESCRITURA
imprescindible para los casos de ortografía arbitraria, y la vía 
indirecta o fonológica, que actúa segmentado la palabra hablada en 
fonemas para luego codificarlos aplicando las reglas de conversión 
fonema-grafema.
(A)  La escritura por vía indirecta o fonológica.
La escritura por vía fonológica supone el proceso inverso a la 
lectura por esa misma vía: si al leer identificamos las letras y, 
aplicando ciertas reglas, las convertimos en fonemas que se 
articulan, al escribir hemos de identificar los fonemas para 
convertirlos en letras y escribirlas... Pero el problema es que 
nuestras palabras no son fonemas, sino secuencias de sonidos 
coarticulados, de modo que el proceso de escritura se complica 
bastante más que el de lectura.
En primer lugar, si estamos escribiendo de forma espontánea, 
debemos activar el concepto que queremos expresar en el sistema 
semántico. A continuación, debemos buscar la forma hablada 
correspondiente a dicho concepto en el “almacén” que se denomina 
léxico fonológico y, acto seguido, producir efectivamente la palabra 
hablada (de forma audible o en lenguaje interno). Dicha la palabra, 
debemos analizarla fonológicamente, es decir, debemos 
descomponerla en los sonidos que la constituyen e identificar cuáles 
son los fonemas correspondientes. Una vez identificados los 
fonemas, ya podemos convertirlos en letras mediante la aplicación 
de las RCFG, es decir, reglas de conversión de fonema a grafema. 
Las letras activadas al aplicar las RCFG serán a continuación 
producidas físicamente mediante el correspondiente programa 
grafomotor (ver Gráfico nº 6).
Esta vía, que permite escribir muchas palabras del castellano, sería 
suficiente para asegurar la escritura correcta si nuestra lengua fuese 
ortográficamente transparente, esto es, si en nuestro sistema de 
escritura a cada fonema le correspondiese siempre el mismo 
grafema, pero sabemos que esto no es así. 
Consecuentemente, la vía indirecta es insuficiente para poder 
escribir bien todas las palabras del castellano; concretamente, no 
nos permite escribir bien las palabras poligráficas (aquéllas que 
pueden escribirse de más de una forma fonéticamente correcta, 
pero sólo de una forma correcta desde el punto de vista ortográfico, 
como es el caso de “barco”, que suena igual si se escribe “varco”). LOS PROCESOS DE ESCRITURA
Tampoco nos permite escribir bien las palabras homófonas (“vaca”/ 
“baca”, “hola”/”ola”...). 
En todos estos casos, para escribir con corrección ortográfica es 
necesaria la existencia de una segunda vía que, en lugar de escribir 
fonema a fonema (fonológicamente), lo haga utilizando 
representaciones globales no fonológicas de las palabras.
(B) La escritura por vía directa u ortográfica.
Esta segunda vía de escritura, denominada vía directa o ruta 
ortográfica, comienza como la anterior, es decir, con la activación 
del significado en el sistema semántico, pero el siguiente paso no es 
ya la activación de la representación correspondiente en el léxico 
fonológico, sino la activación de una representación ortográfica de la 
palabra almacenada en un almacén de memoria denominado léxico 
ortográfico. 
Como en el caso del léxico visual, estas representaciones 
ortográficas de las palabras son globales y se forman a partir de la 
experiencia: cuando uno escribe muchas veces una palabra, forma 
una huella visomotriz de ella en su memoria, de modo que lo que 
denominamos léxico ortográfico no es más que el conjunto de todas 
las huellas, o representaciones, de ese tipo.
Cuando se ha activado una representación de esta naturaleza, lo 
único que hace falta ya para la escritura es que el programa 
grafomotor se ponga en marcha y la produzca físicamente, en el 
papel. (ver Gráfico nº 7) 
Al pensar en la necesidad de esta vía de escritura no podemos 
olvidar qué peculiaridades fonéticas hacen que el número de 
palabras poligráficas y homófonas sea mucho mayor para ciertos 
colectivos que para otros. Por ejemplo, el yeísmo hace que la 
diferenciación Y/LL sea visual y no auditiva, del mismo modo que el 
ceceo y el seseo hacen lo propio con la diferenciación Z/S y CE,CI/
SE, SI.
(C) Problemas en las rutas de escritura.
Como se ha sugerido hasta ahora, la ortografía del español requiere 
que se escriba por la vía directa una larga serie de palabras, de 
modo que cuando alguien carece de las oportunas representaciones LOS PROCESOS DE ESCRITURA
ortográficas globales comete abundantes errores en palabras como 
ventana, alcohol, banasta, ovíparo, rayo (en caso de ser yeísta) o 
cenicero (en caso de ser seseante o ceceante). Así, pues, el primer 
problema ortográfico que podemos encontrar es que alguien 
carezca de la ruta directa u ortográfica, ya que todo esos tipos de 
palabras se escribirán mal (se pueden escribir bien si, por azar, se 
elige la forma correcta entre las dos posibles); cuando, por el 
contrario, se posee la representación de la palabra, es imposible 
escribirla mal.
Debe añadirse, no obstante, que la ruta directa se puede usar en 
palabras en las que no es necesaria, pero que uno ha escrito el 
número de veces suficiente como para “memorizarlas”; de hecho, la 
mayoría de palabras corrientes como escuela, ordenador, lápiz... 
nosotros las escribimos de ese modo. Es más, si pensamos en 
como escribimos palabras como gemelo o general, caemos pronto 
en la cuenta de que no lo hacemos pensando en la regla ortográfica 
que, en los ejemplos propuestos, nos indica que debemos usar G y 
no J: las palabras que siguen una regla ortográfica de tipo 
categórico (las palabras que empiezan por GEN o GEM se escriben 
con G) las solemos escribir no pensando en la regla, sino gracias a 
la representación mental ortográfica que hemos formado de ellas 
(por vía directa).
En resumen, pues, cuando escribimos mal una palabra que sigue 
una determinada RCFG, ello es síntoma de dos cosas: de un lado, 
demuestra que no dominamos la regla en cuestión; de otro, 
demuestra que esa palabra no forma parte de nuestro léxico 
ortográfico (por cierto, esto último lo ponen también de manifiesto 
los errores de unión y de fragmentación de palabras, ya que ambos 
errores nos están diciendo que las palabras se están escribiendo 
trozo a trozo, no como un todo).
El problema es que cuando uno carece de un léxico ortográfico 
amplio y, en consecuencia, no puede hacer otra cosa que escribir 
por vía indirecta, surgen dos problemas.
En primer lugar, la escritura por esta vía indirecta es mucho más 
lenta y más fatigante que la anterior, como puede comprobar usted 
mismo pidiendo a alguien que le dicte 20 palabras que no haya 
escrito en su vida y otras 20 muy frecuentes para usted: tarda 
bastante más con las primeras y puede observar que se cansa 
bastante más.LOS PROCESOS DE ESCRITURA
El segundo problema es que, incluso quien domina bien las RCFG, 
cuando escribe muchas palabras seguidas por vía indirecta, tiende a 
cometer pequeños errores (omisión de letras, alguna sustitución...) 
que ponen de manifiesto el esfuerzo atencional que la tarea le 
exige. Si, además, el escritor no domina alguno de los “módulos” 
que componen la vía indirecta, los pequeños errores tienden a 
multiplicarse, hasta llegar incluso a hacer ilegible lo escrito.
Cuando el módulo no dominado es el que nos lleva de la palabra 
hablada a los fonemas, el fenómeno se ve perfectamente en los 
escritores noveles (niños de primero o segundo de Primaria) y en 
los alumnos con dificultades de aprendizaje de la escritura, los 
cuales –por su escasa experiencia de escritura- suelen carecer de 
un léxico ortográfico mínimo y se ven condenados a escribir sólo por 
vía indirecta: las omisiones de letras en posición silábica final o 
intermedia, las sustituciones de letras que representan fonemas 
similares (como v,b/p; d/z; o/u; ch/y, ll...), los cambios del orden de 
las letras en la secuencia de la palabra, etc. llegan a ser moneda de 
curso corriente en sus escritos.
En tales casos son también muy frecuentes los errores asociados a 
un aprendizaje insuficiente de las RCFG más complicadas, como las 
relativas a GUE, GUI, R/RR... que manifiestan un funcionamiento 
deficiente del “módulo” de conversión a grafemas, pero a pesar de 
lo que a veces se afirma al respecto no lo son tanto las sustituciones 
entre letras basadas en el parecido meramente visual entre las 
grafías, que en caso de darse habría que atribuir a un problema 
localizado en el “almacén de grafemas”.
2. LA COMPOSICIÓN ESCRITA: REDACCIÓN DE 
TEXTOS
Hasta los años setenta se concebía el proceso de composición 
escrita como un proceso lineal, constituido por una serie de fases 
que se sucedían una tras otra unidireccionalmente. En primer lugar, 
existiría una fase de búsqueda de ideas, organización del material y 
diseño del trabajo a realizar. A continuación, se empezaría la fase 
de elaboración, de escritura real del primer borrador del texto. 
Finalmente, se reelaboraría el borrador hasta conseguir el texto 
definitivo.
A partir de los años ochenta, los modelo cognitivos intentan explicar LOS PROCESOS DE ESCRITURA
los procesos que lleva a cabo el escritor, las operaciones, 
estrategias y conocimientos que debe poseer y cómo interactúan 
entre sí todos estos aspectos.
Los modelos más logrados para conseguir estos objetivos proceden 
del análisis de protocolos de pensamiento en voz alta durante el 
proceso de escritura, siendo el de Flower y Hayes (ver Gráfico nº 8) 
uno de los más ampliamente aceptados por la mayoría de los 
especialistas en el tema.
Desde este modelo se admite la existencia de las tres fases 
anteriormente descritas. Estas fases se conciben como tres 
importantes procesos de composición: planificación, escritura o 
textualización y revisión. La diferencia estriba en que no son 
consideradas fases que se desarrollan linealmente, sino procesos 
que interactúan entre sí. No es difícil admitir esto, si pensamos por 
un momento cómo redactamos un escrito: ¿no solemos leer y releer 
los párrafos precedentes antes de iniciar el siguiente? Esta revisión, 
durante el propio proceso de escritura, nos lleva en muchas 
ocasiones a planificar nuevas ideas que inicialmente no fueron 
consideradas.
Además de estos procesos, el modelo que estamos describiendo, 
contempla la existencia de dos grandes determinantes:
(a)   La memoria a largo plazo (MLP). La persona que intenta escribir 
un texto tiene almacenados en su memoria una serie de 
conocimientos relevantes para su propósito, entre los que estarían 
el conocimiento del tema o de la información específica que quiere 
transmitir, el conocimiento de la audiencia a la que va destinada el 
texto, que le permitirá adoptar la perspectiva de los lectores 
potenciales o el conocimiento del lenguaje escrito y sus 
convenciones: las reglas de conversión fonema-grafema, las reglas 
gramaticales, la sintaxis, los esquemas formales sobre la estructura 
que pueden adoptar los textos, etc.
(b)   El contexto de producción del texto. La persona que realiza un 
texto está orientada por una serie de objetivos, intencionalidad que 
se persigue con el texto, y una serie de aspectos motivacionales. 
Las características de la audiencia a la que dirija el texto, así como 
la interpretación de la tarea que hace el sujeto que escribe son 
aspectos que influirán en la producción final del texto.LOS PROCESOS DE ESCRITURA
Volviendo a los procesos y operaciones concretas que lleva a cabo 
el escritor, en los que influyen todos los factores citados 
anteriormente. Se proponen tres procesos básicos de producción de 
la escritura:
l        El proceso de planificación, que consiste en la búsqueda de 
ideas e información y en la elaboración de un plan de escritura. 
Ocuparía dos tercios del tiempo dedicado a la tarea en el caso del 
escritor experto, estando integrado a su vez por tres subprocesos:
o     Establecimiento de las metas u objetivos generales. El escritor 
establece los criterios para su redacción en función de la audiencia 
y el tema escogido (p.e, si se dirige a una audiencia poco 
familiarizada con el tema, usará un lenguaje de divulgación, no 
técnico); también evalúa la adecuación de la información de que 
dispone y, durante el proceso de traducción, revisa y ajusta sus 
metas a medida que va reuniendo más información sobre el tema y 
va dando forma al texto.
o     Generación de ideas o del contenido. El escritor realiza una 
búsqueda sistemática en su MLP y/o busca información consultando 
fuentes externas por diversos medios. Esta búsqueda está 
determinada por las metas y las características de la audiencia.
o     Organización. El escritor estructura la información generada de 
acuerdo con su conocimiento de las estructuras textuales. Se 
preocupa tanto de la organización local de las frases como de la 
jerarquización de las ideas y organización global del texto, 
adoptando el esquema retórico que juzgue idóneo para sus 
propósitos.
l        El proceso de textualización. También denominado de 
producción o de traducción, consiste en convertir las ideas en 
palabras, es decir, en producir realmente el discurso planificado. 
Así, implica concretar y desarrollar la secuencia de palabras que 
servirán para expresar las ideas, lo cual incluye la actividad física de 
escribir (actividad motriz), la recuperación de los elementos léxicos, 
los procesos sintácticos para estructurar las palabras y las frases en 
forma adecuada, la integración de los componentes semánticos y 
también prestar atención a los aspectos formales de la escritura. 
o                 Los procesos grafomotores se refieren a la recuperación de 
los patrones motores, a la consecución de una caligrafía legible, que LOS PROCESOS DE ESCRITURA
exige una fina coordinación para el trazado de las letras; incluye 
también aspectos como el respeto de los espacios en blanco y el 
conjunto de convenciones para conseguir una adecuada 
presentación final del texto.
o                 Los procesos sintácticos se ocupan del tipo de oración y sus 
restricciones (afirmativa, negativa, de relativo, pasiva, etc.), del 
orden de las palabras y las frases, del respeto de las reglas 
gramaticales de concordancia de género, número y persona, de la 
adecuada utilización de la puntuación para representar los aspectos 
prosódicos, de las relaciones de coordinación y subordinación o del 
uso de las palabras funcionales (nexos, preposiciones, 
conjunciones, etc.).
o                 Los procesos léxicos se refieren a la escritura adecuada de 
las palabras e implica las dos vías estudiadas anteriormente, que 
deben alcanzar un alto grado de automatización. En ellos influyen el 
conocimiento de las RCFG, de las reglas ortográficas y la riqueza de 
las representaciones existentes en nuestro léxico ortográfico.
o                 Los procesos semánticos se refieren al uso de los términos y 
expresiones que susciten el significado que se pretende, a la calidad 
de la información y profundidad de las ideas y dependen de los 
conocimientos del escritor.
o                 Los procesos textuales y contextuales se ocupan de que las 
frases estén conectadas en párrafos, de producir un texto coherente 
que siga un hilo temático, con un estilo apropiado al tipo de 
estructura elegida (descripción, relato o narración, comparación, 
etc.) y de que el texto responda a la situación de escritura planteada.
l        El proceso de revisión. Trata de mejorar el texto hasta que 
toma su forma definitiva. Implica tanto la evaluación y revisión del 
texto ya escrito, como el análisis de las metas e ideas que todavía 
no se han trasladado al papel, y supone la detección y corrección de 
errores, precisar y comprobar la coherencia de las ideas o el grado 
de cumplimiento de los objetivos. Abarca dos subprocesos:
o                 Edición y lectura del texto, para identificar los problemas, las 
redundancias, los errores, las lagunas, las formulaciones imprecisas.
o                 Reedición del texto y nuevas revisiones, para corregir los 
errores y problemas detectados y conseguir el ajuste con los 
objetivos, lo que puede llevar a reescribir, a cambiar el orden de los 
párrafos o a incorporar o suprimir partes del texto.










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